Después de habernos pasado
cuatro días descubriendo Lovaina, Mafu y yo decidimos ir al consulado español
a inscribirnos como no residentes. El papeleo iba a ser muy corto y eso nos
dejaba el resto del día para visitar Bruselas.
Cogimos un billete de tren y
llegamos a la estación de Bruselas Centro, después de hacer el papeleo atravesamos
el parque de Bruselas Warande y acabamos en frente del palacio Royal
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Al fondo el Palacio Royal |
Muy cerca de allí estaba el museo
de René Magritte, que nos había recomendado nuestra amiga japonesa Kyoko. Me lo
pasé realmente bien en este museo e hice algunas fotos de los cuadros que más
me gustaron.
El cuadro del pastel me recordaba mucho al famoso Ceci n'est pas une pipe y cómo juega con la idea de que la representación de un objeto no es el objeto en sí mismo. Estando delante del cuadro me dieron ganas de comerme el pastel pero claro, no solamente no es la imagen de un pastel, sino que es la representación de la imagen de un pastel. Una trampa dentro de otra trampa.
Además me compré cuatro postales para decorar un poco mi habitación:
Después fuimos a la Grand Place o Grote Markt de Bruselas y nos quedamos asombradas, no esperábamos algo tan inmenso y dorado. A nuestra vuelta busqué en internet la plaza y descubrí que fue patrimonio de la UNESCO y que es considerada una de las plazas más hermosas del mundo. No se si será así para todos pero para mí es la plaza más bonita que he visto nunca.
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Ayuntamiento de Bruselas |
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Las Casas Gremiales |
Tras quedar fascinadas por esta plaza salimos por una calle que daba al museo del chocolate, el cual habíamos encontrado en un folleto por casualidad. He de decir que el museo no era gran cosa pero comimos mucho chocolate e incluso vimos a un maestro chocolatero preparando el chocolate que íbamos a devorar minutos después. Sin duda mereció la pena el chocolate belga.
Un rato más tarde, mientras comíamos patatas fritas belgas, llegamos caminando hasta las galerías de Saint Hubert, las primeras galerías comerciales de Europa. Tengo entendido que estas galerías están divididas en tres zonas. Nosotras paseamos solo por la Galería de la Reina.

Aunque nos empezábamos a sentir un poco cansadas no nos pudimos resistir a ir a un último museo: El museo del cómic. Fue una decisión genial porque nos sentamos en una sala a leer cómics de Boerke (pongo una viñeta abajo) y se nos pasó todo el cansancio.
He de decir que soy muy fan de Tintin y el museo era ideal para mi.
Y por último hicimos lo que estábamos deseando: comer un gofre belga.
Y con esto y un gofre... ¿hasta mañana las once?
XXX
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